Vistas de página en total

domingo, 1 de marzo de 2015

RACISMO Y XENOFOBIA DR. CARLOS H. GARCÌA LITHGOW


                                                      RACISMO Y XENOFOBIA-

¡DOMINICANO!

Hoy día 27 de Febrero de 2015, a las cinco de la mañana, en la sala de cateterismo de un hospital de República Dominicana, un grupo de médicos técnicos y enfermeras poníamos todo nuestro empeño, rezos y conocimientos para restaurar el funcionamiento de un corazón muy enfermo, después de dos horas de batalla, resucitaciones, uso de recursos, tecnología y tres stents, (dispositivos de metal que abren arterias), devolvíamos la adecuada función del noble órgano y la esperanza de vivir a un ser humano, nos felicitamos y abrazamos con ojos emocionados .


Hicimos el trabajo que para nosotros, es cotidiano, me senté y pensé que para que ocurra ese pequeño milagro, una cadena humana ejecuta adecuadamente su tarea, laborando hombro con hombro, la mayoría éramos dominicanos, pero el grupo, está compuesto por salvadoreños, ecuatorianos, colombianos, venezolanos, mexicanos, paquistaníes, católicos, protestantes, agnósticos, musulmanes…
¡Ah, SE ME OLVIDABA, EL PACIENTE ERA HAITIANO.!!!

No puedo soslayar, que esta meditación, es fruto de los acontecimientos, que justamente ayer, se suscitaron, frente al consulado de nuestro país, en Puerto Príncipe ante el asalto y quema de la bandera en esa sede. La memoria, me viajó a un artículo que escribí el 16 de enero del 2010:

-Antes de que el polvo se asentara- cuando una vez más, se injuriaba a nuestro país, a raíz del terrible terremoto, que cuatro días antes había ocurrido en Haití, acusándonos de indiferencia ante la muerte de cientos de miles de personas.

Como médico, miro a los ojos a la muerte diariamente. Nunca, le he visto la visa en el pasaporte. La sangre siempre es roja, no importa el tono de la piel. El sufrimiento físico y emocional, es angustioso y desesperante. Las lágrimas surcan la congoja… ¡Los sollozos hablan un solo idioma!

Ante las imágenes televisivas de odio y humareda que subía con cada pisada y desguace de nuestra bandera, me preguntaba: ¿Cuántas personas de aquella multitud, habían llorado y aplaudido cuando aquel flaco voluntario dominicano, sacó a la pequeña niña, de los escombros de un Puerto Príncipe, en agonía con tufo de muerte? ¿Cuántos de ellos se habrían alimentado, con los platos de nuestros comedores económicos instalados allá, que día tras día cocinaron para los atribulados ciudadanos de los escombros? ¿Cuántos de ellos habrán acudido a la universidad Roi Henri I, donada por el gobierno de nuestro país? ¿Habrá algún familiar de los huérfanos, a quienes Sonia Marmolejos, la dominicana que amamanto a decenas de bebes del holocausto, con la leche de sus pechos, porque era lo único que podía aportar?.

Voy a atreverme, a preguntarle al frutero haitiano, de la esquina del consultorio con quien siempre discuto de fútbol, porque él le va al Barca y yo al Madrid ¿qué piensa de todo esto?

¿Si alguien, en los quince años, en los que se gana la vida informalmente, en esa esquina lo ha quitado, o le ha pagado más barato los guineos y el aguacate? ¿O si lo han insultado porque obstruye la acera en pleno corazón de NACO? ¿O si le negaron asistencia, cuando su mujer dio a luz gratuitamente, en nuestra maternidad, el año pasado?

Mi humilde análisis de ser humano, sin importarme el epíteto que me puedan espetar, (porque llega una edad y camino recorrido en que ya no perteneces a ninguna secta y el dogma es tu sensatez) porque puedes tener el libre albedrío de no coincidir con “amigos” y estar de acuerdo, con quien la más de las veces, has estado en desacuerdo; creo, que hay grandes culpables de ambos lados:

Del nuestro, años de impunidad y tráfico humano de infelices campesinos depauperados y a siglos del olvido, traídos como ganado, para el corte de caña y mano de obra de los trabajos más inmundos; además de tener que pagar el peaje, al militar de turno, que controla el trasiego de la frontera, al amparo de los empresarios de las cinco familias históricas que se han beneficiado y sustentan el contrabando, para no pagar los debidos impuestos, a ninguno de los dos lados. Las ONGS que reciben sus pagas, en moneda extranjera y tienen que justificar los salarios y su estilo de vida, a sus amos, inventando -en la mayoría de los casos- expedientes contra el gobierno blandengue, corrupto y pusilánime, que le haya tocado el turno de desgobernar nuestra patria.

Del lado haitiano, culpemos a esa élite despiadada y pseudoaristocrática que desprecia profundamente, al pueblo pobre de su país y no invierten un centavo en el mismo; a esos, que les molesta el desarrollo superior de nuestro lado de isla, pero, vienen a vacacionar a Romana y a comprar Ferragamo en Blue Mall, A los gobernantes que fomentaron el odio, que finalmente se evidenció encarnado, en los famosos aros de la muerte con que sentenciaban a lapidación y quema a sus opositores. Al reggaetonero, disfrazado de mujer, a quien le ha gustado el carguito y pretende perpetuarse en el poder. A las confederaciones de “ayuderos internacionales” que se quedaron con el mayor porcentaje de las promesas, que en su mayoría, la comunidad internacional nunca envió.

No, joven haitiano, quemador de bandera dominicana; tú que marchaste en contra del racismo y la xenofobia dominicanas, ese lienzo no tiene la culpa. Pídele cuentas a tu gobierno, ve pide cuentas en Petionville; cuestiona al ex presidente norteamericano, perjurioso y culpable de puros y vestidos azules manchados de semen. Despierta y lucha en y por tu país, que yo, sentado en la esquina de la sala de cateterismo, observando, a todas estas personas, de distintas nacionalidades, salvar la vida de tu compatriota, con los impuestos que pagamos los hijos de la bandera tricolor, que acabas de quemar, me cuestiono :

¿Racismo? ¡Coño! ¿Xenofobia? ¡Coño!

Dr. Carlos H García Lithgow
¡DOMINICANO!

No hay comentarios:

Publicar un comentario